Cuando conoces a un perro por primera vez un error muy habitual es mirarle a los ojos directamente.
A las personas nos puede resultar incómodo que un desconocido nos mire a los ojos pero si es alguien de nuestro entorno, esa mirada no sería necesariamente molesta, podría significar atención plena.
Que podamos hacerlo con nuestro perro no significa que un can con el que no tenemos relación vaya a reaccionar bien ante algo así. Para ellos una mirada directa es sinónimo de reto visual, una forma de presionar al otro individuo. Por traducirlo a términos humanos, para un can es algo de muy mala educación.
Mirar al perro a los ojos puede incomodarle
Cuando los canes se relacionan entre ellos utilizan señales con diferentes finalidades, como mostrar incomodidad ante el otro o decirle que sus intenciones son amistosas. Esas señales regulan cómo se desarrolla el encuentro.
Al observar a dos perros equilibrados relacionarse verás que las miradas directas suelen ser escasas o inexistentes, lo más habitual es que giren su cabeza o su cuerpo, poniéndose de lado, para evitarlas.
El lenguaje canino es muy complejo, y una señal por sí misma no es suficiente para sacar conclusiones, hay que observar todo el cuerpo y el contexto. Dicho esto, cuando un can mantiene una mirada directa a los ojos o la cabeza del otro, en muchas ocasiones es una forma de presionarle. En el mejor de los casos puede ser para pedir su atención, pero puede que lo haga para echarle de un lugar, arrebatarle algo o como advertencia de que podría haber un conflicto.
Si miramos a un perro desconocido a los ojos, puede sentir que le estamos amenazando o presionando. Esto es peligroso: si el can cree que va a ser atacado es posible que su respuesta sea defenderse mordiendo.
Si miras a un perro desconocido a los ojos es probable que realice alguno de los comportamientos siguientes:
- Puede desviar la mirada o girar la cabeza, con el objetivo de alejar la atención o de que tú hagas lo mismo.
- Bostezar, una señal muy habitual de estrés o incomodidad.
- Ladrar o hacer un quejido, fruto de la frustración o como forma de pedir espacio.
- Agrandar los ojos y retirar hacia atrás las orejas (o plegarlas)
Hay perros que también deciden coger espacio como advertencia en este tipo de situaciones.
Por descontado, esta lista puede ampliarse hacia otros comportamientos habituales, como “golpear con el hocico” en la cara cuando se le mira fijamente, hacer la reverencia mientras bosteza o girar la cabeza o hacer zoomies para liberar estrés acumulado con este tipo de interacciones.
Consejos a la hora de relacionarte con un perro desconocido
A la hora de saludar a un perro que no conoces hay algunas recomendaciones generales a tener en cuenta:
- Dale espacio y espera a que sea el perro quien se acerque hacia ti.
- Evitar inclinarte hacia delante sobre el can: si el perro es pequeño y busca interacción podemos agacharnos con la espalda recta.
- Con perros algo inseguros, girarnos y dar la espalda puede ayudar al peludo a no sentirse amenazado.
- Muévete en dirección contraria a él o ella, favoreciendo la posibilidad de que nos siga o muestre interés (sin cambiar la dirección de golpe o ir directos hacia el can).
- No se toca a un perro a menos que te lo pida claramente. Si es desconocido, además pregunta a la persona que vaya con él.
- Que nos olfatee no quiere decir que seamos amigos. Está recogiendo información, dale tiempo.
- Si te tienes que aproximar, no lo hagas de forma directa, describe un pequeño arco, es un gesto de buena educación canina.
A través de la convivencia, los perros aprenden y generan lazos con nosotros. Cuando existe una relación sana con un perro conocido, las miradas más directas no suelen ser un problema, a excepción de perros muy sensibles.
Conclusiones
Mirar a un perro desconocido a los ojos es muy invasivo e incluso puede ser peligroso: si se siente amenazado podría reaccionar de manera intensa.
Tras preguntar a su tutor y comprobar que el perro sí quiere ser saludado, te puedes acercar de manera menos directa, ofreciéndole espacio y tiempo para que se sienta cómodo.
Mitos
Tendemos a creer que un perro tiene que adaptarse a nosotros al 100 %, incluso cuando se traduce en ignorar los comportamientos propios de su especie. Por descontado, esto no es así y puede ser una fuente de problemas, que también afectarán negativamente al peludo.